11/04/2007

La infancia no hace destino



Tradicionalmente hemos asumido que la infancia marca nuestro futuro y que aquello que se vivió de chicos, se nos queda grabado para siempre; como si lo que somos dependiera de nuestra infancia. Pues sí es cierto, pero es una idea equivocada ¿Cómo?

La crianza recibida, cierto que va dictando nuestro desarrollo hacia la adolescencia y parte de la juventud, pero no más allá. Así lo indican los estudios hechos con adolescentes y aquellos interesados en la interacción padres e hijos.

La juventud
Llegado a la juventud es más un “reloj social” lo que nos hace movernos. Sí, en la sociedad en la crecemos hay ciertos patrones que nos indican debemos hacer esto o aquello como entrar y salir a cierta edad a la escuela, casarse, trabajar y demás. Y bueno, nos vamos acomodando en consecuencia.

La adultez
Sin embargo, llegada a la vida adulta, alrededor de los 45 años los individuos van centrando su atención en lo que consideran valioso o importante en la vida y lo hacen en función de lo que ellos han aprendido a lo largo de su vida, más allá de los requerimientos sociales y más allá de lo que se les enseñó en la infancia. Es cierto que la mayoría de sus actividades actuales son resultado de sus decisiones anteriores y los vinculan (no encadenan) con su pasado.

Pero el adulto sabe puede cambiar formas de pensar, maneras de actuar, estilos de explicar, y en sí su aproximación a la vida. Claro, en función de los parámetros aprendidos y los auto-descubiertos en su vida.

La genética

Mmm… OK... Hay algo que sí nos marca: La genética, y eso no está en función de la crianza, ni en relación con el contexto social, si no con nuestro pasado heredado. Hay autores que especulan que entre un 40% y un 50% de cómo somos se lo debemos a la genética.

Lo que somos
Lo cual quiere decir que por lo menos tenemos otro 50% que no depende de la genética. Es más, se ha propuesto que, el 10% de nuestro bienestar personal se lo debemos a las circunstancias que vivimos (y esto incluye infancia y contexto social, ¡ups¡) ¿y el otro 40%? Se lo debemos a nuestra voluntad; esto es, este 40% depende totalmente de cada uno de nosotros.

Pero leamos bien, no sólo somos el resultado de lo que hemos vivido de chicos, si no también de lo que hemos ido construyendo autónomamente. Somos quienes hemos elegido (y a veces sin total conocimiento de nuestras acciones) y a partir de ciertas expectativas e intereses.

Así que en cada uno de nosotros, no todo es infancia, no todo es genética, no todo son circunstancias: Hay una buena dosis de decisión de aquello que somos. Aunque bueno, no nacimos con un manual de la vida. Pero lo podemos aprender...


1 comentario:

Anónimo dijo...

Interesante.
Creo que no necesariamente hasta los 45 de edad, las personas centran su atención en lo que es valioso para ellas, sino que puede ser mucho antes.
¿Tiene los autores que hablan de los porcentajes de la genética?
Gracias.